Por qué me llamáis ‘Señor, Señor’ (Lucas 6:46)
Publicado el 16 mayo, 2019 por Paul Ellis // 20 Comentarios

“Paul, soy cristiano. Me preocupa que Jesús pueda rechazarme aunque lo llame Señor. Estoy haciendo lo suficiente para ser salvo?”
Te refieres a esta escritura: “¿Por qué me llamáis: Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?”. (Lucas 6:46).
Permítanme preguntarles: ¿de quién está hablando Jesús? ¿Quiénes son los que le llaman ‘Señor, Señor’ pero no hacen lo que dice?
“Son los que no le obedecen”.
¿Qué quiere decir con obedecer?
“Tenemos que cumplir los mandamientos de Dios”.
¿Cuáles? La Biblia está llena de mandamientos.
“Todos ellos.”
Bueno, vas a tener un problema porque nadie nunca guardó todos los mandamientos excepto Jesús. La mala noticia es que no puedes cumplir los mandamientos. La buena noticia es que Jesús murió para liberarnos del insoportable yugo de la ley. Ya no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia.
“Pero Jesús dice que el que oye pero no hace es como un hombre que construye sin fundamento (Lucas 6:49). Por supuesto, hay algo que debemos hacer”.
¿Y qué es?
“Debemos hacer todo lo que Jesús dijo”.
¿Y lo has hecho? Cuando tu mano te llevó al pecado, ¿te la cortaste? Cuando tu ojo miró pornografía, ¿te lo arrancaste?
“Bueno, no. Pero Jesús no quiso decir eso…”
Ajá. Así que escoges y eliges lo que obedeces. Los mandatos fáciles los cumples, y los difíciles los descartas.
“Bueno, ¿qué crees que quiso decir Jesús cuando dijo que debemos hacer lo que dijo?”
¿Quieres que te diga cuál es la única obra que Dios acepta? “La obra de Dios es ésta: creer en el que Él ha enviado” (Juan 6:29). ¿Qué quiere Jesús que hagas? Quiere que dejes de confiar en ti mismo y confíes en Él. Quiere que dejes de confiar en tu actuación imperfecta y descanses en su obra perfecta.
“¿Y la casa sobre la roca?”
El que oye hablar de Jesús pero no confía en él no tiene cimientos. Su vida está construida sobre arena en vez de sobre la Roca sólida. Cuando vienen los problemas, cae porque su fundamento es él mismo.
“Así que Jesús está hablando de pecadores”.
Está hablando de gente que le llama “Señor, Señor”. Está hablando de personas religiosas que hacen buenas obras y hablan de Dios, pero en realidad no lo conocen.
“¿Qué dicen?”
Siempre que Jesús usaba la frase “Señor, Señor”, estaba hablando de gente que no lo conoce. Pueden afirmar que profetizan y expulsan demonios, pero Jesús los llama malhechores. Pueden estar ocupados trabajando para el Señor, pero todo son obras muertas porque no han hecho la única cosa que importa.
“¿Qué es qué?”
No han recibido de él.
“¿Así que eso es todo? ¿Sólo tenemos que recibir? No puede ser tan sencillo”.
Recibir del Señor es fácil y difícil a la vez. Es fácil porque todo lo que tienes que hacer es recibir. No tienes que producir o actuar o probarte a ti mismo. Pero también es difícil porque la carne está determinada a producir, actuar y probarse a sí misma. Por eso se nos exhorta repetidamente a despojarnos de lo viejo y caminar en lo nuevo.
“No sé. Creo que Dios me puso en esta tierra para hacer buenas obras. ¿No dijo Jesús en Juan 5 que los que han hecho el bien resucitarán en el último día y los que han hecho el mal serán condenados?”
Entonces, ¿cuántas buenas obras crees que debes hacer para ser resucitado?
“Eh… nunca lo había pensado así”.
Hacer el bien, como Dios lo define, es creer en Jesús. Es permitir que el amor de Dios revelado en Jesús influya en todo lo que hacemos. Cuando sabes que el Hacedor del cielo y de la tierra está por ti y que te ama con un amor sin límites, eso te da alas. Te arriesgas y haces grandes cosas porque su Espíritu creador te da poder.
“Haz lo que te digo” no es una amenaza. Es una invitación a vivir en abundancia. Es la llamada divina a la vida para la que fuiste hecho.